domingo, 11 de abril de 2010

Diario - Día 91

Escribo este mensaje la mañana siguiente por una buena razón. No estuve en casa en todo el día, y no llegué hasta las 4 de la madrugada. Una tarde-noche de diversión con los amigos y un agradable día de descanso. Por ese motivo, había adelantado la jornada de entrenamiento del sábado al viernes, porque sabía que no iba a tener tiempo.

Cuando me levanté, aún sentía dolor por todo el ejercicio de la semana, y pensaba que las agujetas no me dejarían tranquilo, pero tras unas horas casi dejé de sentirlas, y por la noche me había olvidado de ellas. Eso está bien, porque significa que mi recuperación ha sido mejor que la de otras veces.

El peso al levantarme fue un poco preocupante, ya que vi que había subido de nuevo a 91.5Kg. Sin embargo, mi porcentaje de grasa corporal seguía cayendo en caída libre, por lo que el peso no debía ser grasa real, sino fruto de la retención de líquidos. Con la buena noticia me dispuse a tomar el goji y las vitaminas, me esperaba un buen desayuno.

A la hora de comer, me decidí por algo ligerito, aunque el problema principal era que tenía la nevera casi vacía. Algo de lechuga, zanahoria, dos latas de atún claro, unos palitos de cangrejo y unas aceitunas. De postre una buena manzana verde.

Cuando vas a comer fuera de casa, debes preparar bien las comidas y tener claro que vas a tomar en cada instante. Sobretodo si tus amigos van a estar comiendo porquería, ya que tener hambre solo te perjudicará. Los días en los que te vayas a ver rodeado de comida basura y gente comiendo papas, coca cola y demás, es preferible que comas más de la cuenta (más calorías de comida sana, quiero decir) de forma que estés lleno en todo momento, que caigas y participes del grasiento festín.

En mi caso, me preparé una barrita proteínica muy calórica para la tarde (una barrita de 75gr, con 302Kcal, 25.6gr de proteínas, 30.4gr de hidratos de carbono y 8.6gr de grasa), y otra más para media-noche aunque más ligera (una de las barritas de proteínas con arroz). Aunque el problema seguía siendo que no tenía nada para cenar. Por suerte, nos pasamos por un supermercado y compré provisiones tanto para casa (atún para el microondas, filetes de pavo, latas de atún claro y alguna cosa más), como para la cena.

Mientras el resto de amigos tomaban cosas de picar y bebidas llenas de azúcar, yo tenía mi barrita llena de proteínas y mis dos litros de agua. Mientras mi gente se comía un bocadillo enorme de ternera con bacón, queso, lechuga, tomate y salsas, yo me comí un delicioso plato de merluza con salsa verde (viene preparado y solo hay que calentarlo en el micro). De postre en la cena, intenté comerme una manzana verde, pero me vi frustrado porque estaba mala por dentro y solo le pude dar unos bocados antes de tirarla.

Lo realmente importante del día es que no solo fui capaz de resistir las tentaciones del día, sino que al tener siempre el estómago lleno, en ningún momento sentí un antojo de comerlas, y me fue muy fácil resistir las ansias de picar. He de destacar, que a mi novia le pasó lo mismo, y eso que normalmente le cuesta mucho más no picar algo, sobretodo cuando se lo comen delante de ella. Estoy muy orgulloso de su fuerza de voluntad.

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